Era 15 de enero y me preparaba para el hurto de mi vida,
atracaría la casa de los Jimenes hasta dejarla sin nada de valor, son unos
engreídos, se lo merecían; en lo que iba a saliendo de mi casa llegó mi amigo
Carlos.
—¿Qué honda, amigo? Estoy bien trabado.
—Largo, Carlos, iré a hacer una vuelta.
—No te hagas, vas a fumar, llévame.
—No, hombre, algo mucho mejor, luego te cuento.
—¿Vas a follar con alguien?
—No, puto, ven conmigo, te voy contando.
Íbamos caminando y vimos una mujer extremadamente guapa y
Carlos se tropezó, fue GRACIOSÍSIMO.
—Qué tonto, en fin, lo que te iba a contar es que voy a
robar a los Jimenes.
—¿En serio? se lo merecen por ancianos jeje.
—Estás bien trabado.
—Cierto, amigo. ¿Vamos a comer pizza? yo gasto.
—Qué bueno, por que tengo mucha hambre y nada de plata.
Y así es como siempre olvido las cosas importantes.
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